¡Yo sí te creo!

TESTIMONIO: Doña Maria, Mi hijo, Mi agresor.

 

Quiero comenzar contándote que soy una mujer de 60 años de edad, tengo 40 años de casada y cinco  hijos, me dedico a las labores del hogar, y comienzo con mi edad porque me parece que pensamos que las mujeres maduras ya no pueden ser víctimas de violencia, yo lo viví, y ni siquiera me daba cuenta que era violentada en mi propia casa.

Me casé muy chica, no acabé la escuela pero nunca me ha disgustado dedicarme al hogar y a cuidar a mis hijos, mi marido era trailero así que  pasaba mucho fuera  de casa, prácticamente solo llegó a un parto, pues su trabajo siempre ha sido muy demandante, no teníamos mucho dinero pero comida, vestido y techo nunca nos faltó, yo me dedique a cuidar de mis hijos y de mi marido cuando estaba en casa, cuando no le tocaba trabajar agarraba la fiesta con el compadre, había veces que me tocaba irlo a sacar de la cantina  y eran peleas feas, el papá de mis hijos siempre tuvo muy mal carácter gritaba por todo, cuidado y las cosas no se hicieran a su modo, una se tenía que aguantar, así nos enseñaron, aparte que iba a hacer yo sin estudios, sin trabajo y con cinco hijos, a pesar de todo, él no era mal padre.

 

“Duré 40 años casada con un hombre que jamás me respeto y nunca me di cuenta”

 

Hace unos años mi marido murió, para serle sincera en parte sentí alivio, creí que se habían acabado los problemas, ya no más maltratos, pero nunca me di cuenta que mis hijos habían aprendido bien, había sacado su carácter,  mis hijos ya estan grandes tres casados, uno se fue al norte y uno vive conmigo, no le gustó estudiar pero ahí agarraba trabajos temporales.

Al morir mi marido parecía que mi hijo se había convertido en mi marido, yo le hacia todo, comida, le lavaba y él apoyaba con poco dinero a la casa y yo pensaba que era un favor, comenzó a exigirme como lo hacía mi marido, a gritarme, cuando lo regañaba porque le gustaba beber igual que su padre, me levantaba la voz y me decía “ vieja loca, yo siempre lo justificaba, ya no agradecia nada, llevaba gente a la casa sin consultarmelo.

 

“Mi hijo se volvió dueño de mi casa, de mi dinero e incluso de mi misma”

 

pero yo siempre encontraba un pretexto para justificarlo, varias personas me decían que su actitud no estaba bien, que no me respetaba, varias veces pelee con mis otros hijos por defenderlo a él, pero él jamás agradece y claro no cambiaba su forma de ser para conmigo..

Hace un año se quedó sin trabajo, lo apoyé y me hice cargo de todos los gastos, me puse a vender tamales afuera de la casa, mientras él estaba en casa, varias veces le pedí que me ayudara o que consiguiera un empleo pero se molestaba y me gritaba, me amenazaba con irse, y yo muy tonta caía en su chantaje. Varias veces lo encontré llevando aparatos de la casa a empeñar sin preguntarme antes, una vez lo enfrente y me aventó en los pies una bocina, así era soportarlo, si aguante a mi marido como no lo haría con mi hijo.

 

Mi limite llego cuando no encontré los papeles de la casa, se me ocurrió decirle a mis otros hijos que no los encontraba, mis hijos enfurecidos con el menor de mis hijos, lo comenzaron a interrogar hasta que muy cínicamente dijo que los había puesto en garantía de un préstamo, pelearon, y yo entre el llanto por la decepción, la preocupación y el enojo me dio una parálisis de la mitad del cuerpo, sin poder hacer muchas cosas por meses jamás recibí una ayuda de su parte más al contrario seguía llevando gente a emborracharse en mi casa, hacía burlas constantes sobre mi situación, me pedía o me agarraba dinero, jamás pudo recoger ni un traste  al igual que mi marido su frase era  “para eso estás tú que eres vieja” y en dos ocasiones me levantó la mano.

 

Nos embargaron la propiedad, por que jamás pagó el préstamo, nos quedamos en la calle, uno de mis hijos me ofreció asilo en su casa pero a mi otro hijo nadie lo  quería ni ver,  esa fue la última vez que permití que me gritara, que me ofendiera, me sentía tan culpable de dejarlo en la calle pero despues entendi que era momento que aprendiera lo que cuesta vivir, que valorará que yo le di lo mejor que pude.

Creemos que la violencia siempre proviene de la pareja pero yo sufrí violencia de mi propio hijo, estaba tan acostumbrada a vivirlo con mi marido que me costó mucho reconocer que mi hijo era agresor.

Nos inculcan toda la vida que debemos siempre sacrificarnos por lo hijos, toleramos malos matrimonios o maridos por pensar que nuestros hijos estarán mejor, pero no nos damos cuenta del daño que les hacemos, porque

Al crecer en un ambiente violento, normalizan la violencia en ellos.

 

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